LA
FAMILIA
Eran ocho bajo el techo de
chapa. La pared que antes era partes de
un auto robado y una puerta de lona pretérita bolsa de arpillera. El piso de tierra
que en un tiempo veía crecer tomates. Dos perros amigos del hombre, pateados
por policías, que no saludan ni rezan. Sólo murmuran: ¡qué vida de mierda! La familia,
esa era La Familia, asistida por
un amigo del Intendente con boletas cada dos años. Dos veces al día se acercaban al comedor para
saborear dos platos de polenta, con trozos de indefinida carne. Defendían su
derecho a haber nacido en ese país, con una bandera que los niños tomaron
prestada de la autopista cercana. Todos tomaban prestado cosas que encontraban
por ahí.
Si pasas por ahí un año después, de la familia
de ocho quedaban seis. Seguí tu camino y trata de dormir esa noche sin culpa.
ALBERTO
FERNANDEZ