EL CIELO EN SUS LABIOS
Fue el día que olvidó mirar la Luna. Nunca lo había hecho.
El primero. Como si recién hubiera
nacido. Recordó que la vio entrar con pasitos callados. Observó el flotar de su
pollera cuando bailaba. La amó. Nunca había resonado esa palabra en su
lenguaje. Supo su nombre y ya perteneció a su vida. Desde entonces no importaba
el cielo si en sus labios se conjugaba
todo el Universo.
ALBERTO FERNANDEZ
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