¡ALGO HABRÁ HECHO!
Su casa, en la que
ahora vivía, se prestaba para festejar
este cumpleaños de reconciliación. Son bastantes años los ochenta y la ocasión
de la Navidad como para decir no concurro al convite. Desde temprano puso el
lechón en la parrilla. Regalitos para
los que integraban su familia. Hijos, nueras, yernos e incontable número
de nietos. Todos avisados con tiempo a través de mensajes al celular. La cita a
las veintidós. Sobre una mesa diversas y coloridas ensaladas eran como una
prolongación del verdor del pasto cortado al ras. Otra de dulce para contrarrestar el salado sabor
de la comida. Vinos y bebidas sin alcohol para todos los gustos. Champaña para
brindar. El placer de escuchar su música preferida lo acompañaba en la
tarea. No era mucha la labor ya que el cerdo ya conocía su destino y sabía
esperar para complacer a sus destinatarios. Se empezó a inquietar cuando el
reloj marcaba las 11 y 30 horas. Pensó en imprevistas situaciones que, a menudo, retrasan los encuentros. A la media
hora salió a la calle. El teléfono no sonaba. A medianoche pasaban los
recolectores de residuos. Cuando llegaron los invitó al asado que aceptaron con
gusto indicando que sólo tenían 45 minutos para acompañarlo. Algo
quedaba en la parrilla cuando se acostó a dormir.
ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)
No hay comentarios:
Publicar un comentario