TITO
La tormenta se desató con furria. Agua y viento. El arroyo
corría enloquecido. A su vera
caminábamos juntos cuando perdí mi zapatilla que
el agua loca se la llevaba. Tito, mi compañero, se
arrojó para recogerla y la
corriente se lo llevó. Tres días para encontrarlo. Fugaz pude ver su rostro
tieso entre cirios. Me apartó de allí el sonido del celular mudo de respuestas.
Con tanto dolor seguí
mi camino en la vida. Cada día se repetía el silencio
incógnito en esa jaula de la memoria prestada.
Soñé un día cuál era el
misterio: no le había pedido perdón. En su tumba lo hice y las palabras
volvieron a pronunciarse.
ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)
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