lunes, 9 de enero de 2017

TITO



La tormenta se desató con furria. Agua y viento. El arroyo corría enloquecido. A su vera 

caminábamos juntos cuando perdí mi zapatilla que el agua loca se la llevaba. Tito, mi compañero, se 

arrojó para recogerla y la corriente se lo llevó. Tres días para encontrarlo. Fugaz pude ver su rostro 

tieso entre cirios. Me apartó de allí el sonido del celular mudo de respuestas. Con tanto dolor seguí 

 mi camino en la vida. Cada día se repetía el silencio incógnito en esa jaula de la memoria prestada. 

Soñé un día cuál era el misterio: no le había pedido perdón. En su tumba lo hice y las palabras 

volvieron a pronunciarse.




ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)


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