EL SINDROME DE KRANEVITTER
Para mis desgracias
las tres mujeres solteras eran mis tías. Todos sabíamos que la de menor edad
era hiperglucemica de nacimiento. La jeringa sería la compañera de toda su
vida. La mayor reunía gran cantidad de
dolencias. Si por curiosidad alguno deseara enterarse de ellas tan simple sería
recurrir a manuales. Pero la mayor
preocupación familiar era la enfermedad que una eminencia le había presagiado a
la de mediana edad. Mi tía acumulaba algo así como 65 años aunque aparentaba
algo más. La consulta duró cerca de una hora. Tal vez este especialista cobraba
honorarios por medición horaria. Ocultaciones mecánicas, dedos calificados para
hallar anomalías médicas y por supuesto ayudado por su infalible ojo clínico
que supongo era el izquierdo. Como respuesta final y
mientras nos despedía con un apretón de manos que continuaba hasta la
puerta de salida nos dijo: La señora tiene el síndrome de Kranevitter. Me tocó
a mí buscar a ese científico estudioso
de tal padecimiento. Después de recorrer el mundo lo hallé en la Isla
Mauricio. En realidad era un astrólogo que se especializaba en temas
relacionados con el cielo. El pronóstico
era obvio.
ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)
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