domingo, 8 de enero de 2017

EL SINDROME DE KRANEVITTER

 Para mis desgracias las tres mujeres solteras eran mis tías. Todos sabíamos que la de menor edad era hiperglucemica de nacimiento. La jeringa sería la compañera de toda su vida.  La mayor reunía gran cantidad de dolencias. Si por curiosidad alguno deseara enterarse de ellas tan simple sería recurrir a manuales.  Pero la mayor preocupación familiar era la enfermedad que una eminencia le había presagiado a la de mediana edad. Mi tía acumulaba algo así como 65 años aunque aparentaba algo más. La consulta duró cerca de una hora. Tal vez este especialista cobraba honorarios por medición horaria. Ocultaciones mecánicas, dedos calificados para hallar anomalías médicas y por supuesto ayudado por su infalible ojo clínico que supongo era el izquierdo. Como respuesta final  y  mientras nos despedía con un apretón de manos que continuaba hasta la puerta de salida nos dijo: La señora tiene el síndrome de Kranevitter. Me tocó a mí buscar a ese científico estudioso  de tal padecimiento. Después de recorrer el mundo lo hallé en la Isla Mauricio. En realidad era un astrólogo que se especializaba en temas relacionados con el  cielo. El pronóstico era obvio.



ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)

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