-¿Me recordás?
-Siempre estás en mi memoria. Este encuentro no es casual. Vine a ver a
Resnais. La nouvelle vague eran las
películas de nuestro gusto.
-¿Venís a recordar la similitud de nuestro primer encuentro?
Éramos muy jóvenes.
-¿Estás arrepentida de haber sido joven?
-No. Tampoco de nuestra relación. Pero hubiera hecho más.
Perdí la juventud y también la adultez.
-Te referís a lo nuestro o a qué cosa.
-A las dos cosas. Prolongar nuestra relación y la lucha en favor de nuestras utopías.
-Siempre quedan sin concretar. Los celos y las peleas nos
traicionaron. Sobre nuestra militancia en campos distintos.
-Eran diferentes pero hubieron muchas razones en común.
Recuerdo aquella manifestación relámpago cuando caminábamos separados con
compañeros y de pronto gritábamos
consignas y arrojábamos panfletos. Actuábamos por impulsión, ahora por razón.
-Sí, te tomé del brazo cuando sentimos las sirenas y
caminamos abrazados como simples novios. La emoción de sentir tu cuerpo muy
junto al mío y el miedo de no engañar a la policía.
-Fue un momento de tanta emoción que todavía lo recuerdo.
Nos metimos en un bar y muy asustados
pedimos algo.
-¿Te casaste?
-Sí. Apenas me recibí. Con Carlos. Tuvimos tres hijos. Luego
el desencuentro, la incomprensión referente al ejercicio de mi carrera
destrozaron los lazos que nos unieron. La separación fue traumática. Manejamos
muy mal esa ruptura. Incluimos a los chicos en nuestras riñas. A él lo contrataron en Inglaterra y no supimos más de
Carlos. Ahí me tenés asumiendo todo: educación, mantenimiento. Cuidando su
desarrollo incompleto de la figura paterna. Defendiéndome de una culpabilidad
que observo a veces en sus comportamientos. Igual me va muy bien en la profesión.
-Resolviste como mujer otra nueva relación de pareja?
No, nada definitivo. Todo ese proceso estuvo muy bien
vigilado por los hijos que de un modo u otro me hacía sentir que para ellos
el padre era irremplazable. Seguían
coleccionando viejas fotos. ¿y, a vos?
-Los años pasaron y todavía te recuerdo con guardapolvo
blanco y un moño, Ahora somos adultos con la carga de responsabilidades. No
pude darme cuenta que esa transición
dejaba atrás un ayer sin disfrutar a pleno. También me casé, lo que era de
rigor. Helena venía de una infancia holgada
y tuve que afrontar esa situación sin
ninguna carencia. Como darle algo igual
a lo que había perdido. Por todo ello dejé la facultad faltando dos años.
Tuvimos dos hijas que periódicamente las visito. El divorcio: “incompatibilidad
de caracteres”. Ella dice como amigos. Tal vez pero yo la extraño como mujer.
Estoy cursando las últimas materias tal vez para curarme yo mismo de la
nostalgia. No encuentro los libros de
esa especialidad.
-Bueno, gracias por los recuerdos. Es la hora que salen los
niños de la Escuela. Hasta la próxima “nouvelle vague.
-A las niñas las veré mañana domingo y les prometí llevarlas al Ballet del Colón. Un beso y hasta
las próximas reprises de la nouvelle
vague.
ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)
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