sábado, 7 de enero de 2017

 EL ENCUENTRO Y LA MEMORIA

-¿Me recordás?

-Siempre estás en mi memoria.  Este encuentro no es casual. Vine a ver a Resnais.  La nouvelle vague eran las películas de nuestro gusto.

-¿Venís a recordar la similitud de nuestro primer encuentro?  Éramos muy jóvenes.

-¿Estás arrepentida de haber sido joven?

-No. Tampoco de nuestra relación. Pero hubiera hecho más. Perdí la juventud y también la adultez.

-Te referís a lo nuestro o a qué cosa.

-A las dos cosas. Prolongar nuestra relación y  la lucha en favor de nuestras utopías.

-Siempre quedan sin concretar. Los celos y las peleas nos traicionaron. Sobre nuestra militancia en campos distintos.

-Eran diferentes pero hubieron muchas razones en común. Recuerdo aquella manifestación relámpago cuando caminábamos separados con compañeros y de pronto  gritábamos consignas y arrojábamos panfletos. Actuábamos por impulsión, ahora por razón.

-Sí, te tomé del brazo cuando sentimos las sirenas y caminamos abrazados como simples novios. La emoción de sentir tu cuerpo muy junto al mío y el miedo de no engañar a la policía. 

-Fue un momento de tanta emoción que todavía lo recuerdo. Nos metimos en un bar y muy asustados 
pedimos algo.

-¿Te casaste?

-Sí. Apenas me recibí. Con Carlos. Tuvimos tres hijos. Luego el desencuentro, la incomprensión referente al ejercicio de mi carrera destrozaron los lazos que nos unieron. La separación fue traumática. Manejamos muy mal esa ruptura. Incluimos a los chicos en nuestras riñas. A él lo  contrataron en Inglaterra y no supimos más de Carlos. Ahí me tenés asumiendo todo: educación, mantenimiento. Cuidando su desarrollo incompleto de la figura paterna. Defendiéndome de una culpabilidad que observo a veces en sus comportamientos. Igual me va muy bien en la profesión.

-Resolviste como mujer otra nueva relación de pareja?

No, nada definitivo. Todo ese proceso estuvo muy bien vigilado por los hijos que de un modo u otro me hacía sentir que para ellos el  padre era irremplazable. Seguían coleccionando viejas fotos. ¿y, a vos?

-Los años pasaron y todavía te recuerdo con guardapolvo blanco y un moño, Ahora somos adultos con la carga de responsabilidades. No pude darme cuenta que esa  transición dejaba atrás un ayer sin disfrutar a pleno. También me casé, lo que era de rigor.  Helena venía de una infancia holgada y tuve que afrontar esa  situación sin ninguna carencia. Como  darle algo igual a lo que había perdido. Por todo ello dejé la facultad faltando dos años. Tuvimos dos hijas que periódicamente las visito. El divorcio: “incompatibilidad de caracteres”. Ella dice como amigos. Tal vez pero yo la extraño como mujer. Estoy cursando las últimas materias tal vez para curarme yo mismo de la nostalgia. No encuentro  los libros de esa especialidad.

-Bueno, gracias por los recuerdos. Es la hora que salen los niños de la Escuela. Hasta la próxima “nouvelle vague.

-A las niñas las veré mañana domingo y les prometí  llevarlas al Ballet del Colón. Un beso y hasta las  próximas reprises de la nouvelle vague.


ALBERTO FERNANDEZ (Furnita) 

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