lunes, 9 de enero de 2017

UNA MUECA DEL DESTINO.



Entre tragos y tragos, en el salón, no quedaban parejas sin bailar.  Aún en la barra sus cuerpos se contorneaban al ritmo de la estruendosa música. Todo latino: el disc-jockey lo había decidido. Dulce y Demián cantaban sus letras a coro con Marc Anthony. “Voy a vivir el momento – para encontrar el camino”   Por cierto lo estaban viviendo. Ambos olvidaron sus trabajos para la próxima semana. Ella debía discernir entre la metodología cuantitativa, la perspectiva histórico-biográfica. Los Sueños de Freud, el conductismo y la teoría integradora en Psicología ¿Y la Gestalt? Él en Filosofía, explicar la meta teoría de Godel, la ética de Kant y la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort.  Ahora sólo el amor, los deseos y la alegría.  Rumbo al departamento donde siguieron con sus impulsos primarios entrelazados en los vapores del alcohol.
Al amanecer había que volver. En la ruta desierta el BMW volaba raudo. De pronto sintieron un fuerte deseo de unir sus bocas. Como lo desearon, lo hicieron. El camino seguía derecho, el automóvil no.
Quedaron allí pedazos desperdigados de temas sin resolver. La teoría de Wundt rechazada por la cualitativa. La perspectiva infanto juvenil. Sigmund y los otros. El enfoque totalizador de Maslow.
También pedazos sin aclarar de la incompletitud en filosofía. ¿Y los antiguos griegos? El viejo Kant entre los hierros retorcidos.  Tramos sin explicar de las teorías críticas.  Engels.  Todos.
El beso final quedó como una impronta estampado en el volante. La radio insistía redundante: “Quédate conmigo – quédate a mi lado – junto a mí – junto  a mí”




ALBERTO FERNANDEZ  (Furnita)

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