LAS ROSAS
Nunca quise
los uniformes. No amé las balas sibilantes. Tapé mis oídos cuando caían las
máquinas
del horror. Los drogados por la
patria gritaban: “Victoria, victoria”.
Sin llantos por su hermano
muerto. Los odié. Preguntaron: “¿Cuál era mi
casa?, ¿Cuál mi mujer? ¿Cuáles mis hijos? Sin
embargo acogí en mi refugio al que mostró sus heridas al quitarse
el capote. A ese lo curé. Lo amé
porque dijo: “amo tus rosas”.
ALBERTO FERNANDEZ (Furnita)
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